Por otra parte, aquí tenéis una muestra de la magníficamente ilustrada biografía de Miguel con la que contamos en nuestros fondos.
Y por último, dos poemas:
EN LA OTRA PRIMAVERA
El ángel de tu alma me llamaba,
asomado en tu risa melancólica.
Y me quedé contigo desde entonces,
amándote los ojos y la boca.
Existo para tu alma y vivo para verte,
y que la luna no nos ponga tristes,
y que la lluvia no nos atormente.
-Es la lluvia del llanto lo que temo,
la lluvia de la duda, ¡tanto escuece
que la luz nos parece negro pozo,
donde el silencio en grito se convierte!-.
Lo nuestro es la verdad,
lo nuestro es todo.
Todo es mentira fuera,
nadie ama.
La estrella es de escayola,
y esa luna
será de porcelana.
Isla Ignorada
Gloria Fuertes.
Umbrío por la pena, casi bruno,
porque la pena tizna cuando estalla,
donde yo no me hallo no se halla
hombre más apenado que ninguno.
Sobre la pena duermo solo y uno,
pena es mi paz y pena mi batalla,
perro que ni me deja ni se calla,
siempre a su dueño fiel, pero importuno.
Cardos y penas llevo por corona,
cardos y penas siembran sus leopardos
y no me dejan bueno hueso alguno.
No podrá con la pena mi persona
rodeada de penas y de cardos:
¡cuánto penar para morirse uno!
y que la luna no nos ponga tristes,
y que la lluvia no nos atormente.
-Es la lluvia del llanto lo que temo,
la lluvia de la duda, ¡tanto escuece
que la luz nos parece negro pozo,
donde el silencio en grito se convierte!-.
Lo nuestro es la verdad,
lo nuestro es todo.
Todo es mentira fuera,
nadie ama.
La estrella es de escayola,
y esa luna
será de porcelana.
Isla Ignorada
Gloria Fuertes.
Umbrío por la pena, casi bruno,
porque la pena tizna cuando estalla,
donde yo no me hallo no se halla
hombre más apenado que ninguno.
Sobre la pena duermo solo y uno,
pena es mi paz y pena mi batalla,
perro que ni me deja ni se calla,
siempre a su dueño fiel, pero importuno.
Cardos y penas llevo por corona,
cardos y penas siembran sus leopardos
y no me dejan bueno hueso alguno.
No podrá con la pena mi persona
rodeada de penas y de cardos:
¡cuánto penar para morirse uno!
Miguel Hernández.
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